sábado, 31 de mayo de 2008

Un día perfecto para el pez Banana

...
-Señorita Carpenter. Por favor. Yo sé lo que estoy haciendo -dijo el joven-. Sólo ocúpate de ver si aparece un pez banana. Hoy es un día perfecto para peces banana.
-No veo ninguno -dijo Sybil.
-Es muy posible. Sus costumbres son muy curiosas. Muy curiosas. Siguió empujando el flotador. El agua no le alcanzaba al pecho. -Llevan una vida muy triste -dijo-. ¿Sabes lo que hacen, Sybil? Ella meneó la cabeza.
-Bueno, te diré. Entran en un pozo que está lleno de bananas. Cuando entran, parecen peces como todos los demás. Pero una vez adentro, se portan como cochinos. ¿Sabes?, he oído hablar de peces banana que han entrado nadando en pozos de bananas y llegaron a comer setenta y ocho bananas
-empujó al flotador y a su pasajera treinta centímetros más cerca del horizonte-. Claro, después de eso engordan tanto que no pueden volver a salir. No pasan por la puerta.
-No vayamos tan lejos -dijo Sybil-. ¿Y qué pasa después con ellos?
-¿Qué pasa con quiénes?
-Con los peces banana.
-Bueno, ¿te refieres a después de comer tantas bananas que no pueden salir del pozo?
-Sí -dijo Sybil.
-Mira, lamento decírtelo, Sybil. Se mueren.
-¿Por qué? -preguntó Sybil.
-Contraen fiebre bananífera. Es una enfermedad terrible.
-Ahí viene una ola -dijo Sybil nerviosa.
-La ignoraremos. La mataremos con la indiferencia -dijo el joven-, como dos engreídos. -Tomó los tobillos de Sybil con ambas manos y empujó para adelante y para abajo. El flotador levantó la proa por encima de la ola. El agua empapó los cabellos rubios de Sybil, pero sus gritos eran de puro placer. Cuando el flotador estuvo nuevamente en posición horizontal, se apartó de los ojos un mechón de pelo pegado, húmedo, y comentó:
-Acabo de ver uno.
-¿Un qué, mi amor?
-Un pez banana.
-¡No, por Dios! -dijo el joven-. ¿Tenía alguna banana en la boca?
-Sí -dijo Sybil-. Seis.
El joven de pronto tomó uno de los empapados pies de Sybil que colgaban por el borde del flotador y le besó la planta.
-¡Eh! -dijo la propietaria del pie, volviéndose.
-¿Cómo, eh? Ahora volvamos. ¿Ya te divertiste bastante?
-¡No!
-Lo siento -dijo, y empujó el flotador hacia la playa hasta que Sybil descendió. El resto del camino lo llevó bajo el brazo.
-Adiós -dijo Sybil y salió corriendo, sin lamentarlo, en dirección al hotel.
El joven se puso la salida de baño, cruzó bien sus solapas y metió la toalla en el bolsillo. Recogió el flotador mojado y resbaloso y lo acomodó bajo el brazo. Caminó solo, trabajosamente, por la arena caliente, blanda, hasta el hotel.
En el primer nivel de la planta baja del hotel -que los bañistas debían usar según instrucciones de la gerencia- entró con él en el ascensor una mujer con la nariz cubierta de pomada de zinc.
-Veo que me está mirando los pies -dijo él, cuando el ascensor se puso en marcha.
-¿Cómo dice? -dijo la mujer.
-Dije que veo que me está mirando los pies.
-¡Cómo dijo! Casualmente estaba mirando el piso -dijo la mujer, y se dio vuelta enfrentando las puertas del ascensor.
-Si quiere mirarme los pies, dígalo -dijo el joven-. Pero, maldita sea, no trate de hacerlo con tanto disimulo.
-Déjeme salir, por favor -dijo rápidamente la mujer a la ascensorista. Las puertas se abrieron y la mujer salió sin mirar hacia atrás.
-Tengo los pies completamente normales y no veo por qué demonios tienen que mirármelos -dijo el joven-.
Quinto piso por favor. Sacó la llave del cuarto del bolsillo de su salida de baño. Bajó en el quinto piso, caminó por el pasillo y abrió la puerta del 507. La habitación olía a valijas nuevas de cuero de vaquillona y a quitaesmalte de uñas. Echó una ojeada a la chica que dormía en una de las camas gemelas. Después fue hasta una de las valijas, la abrió y extrajo una automática debajo de una pila de calzoncillos y camisetas -Ortgies calibre 7.65-. Sacó el cargador, lo examinó y volvió a colocarlo. Corrió el seguro. Después se sentó en la cama desocupada, miró a la chica, apuntó con la pistola y se descerrajó un tiro en la sien derecha.

miércoles, 28 de mayo de 2008

Rodolfo Walsh: hombre, periodista y militante.






Pense que había subido mi crónica sobre la muestra de Walsh. Pero no, aquí está.



Desde la planta alta del ágora se puede contemplar una vista panorámica de los paneles que miden aproximadamente 2 metros de altura. En ellos están impregnadas fotos y frases de Walsh y de quiénes escribieron sobre él. Esa obsesión por la verdad que está tan presente en Rodolfo y que recorre toda su vida, se ve reflejada en la muestra. Él combatió a la dictadura militar hasta el último momento de su vida.
Los militares de 1976 fueron los más violentos, homogéneos y herméticos de todos los tiempos. Silenciar a la prensa se convirtió en un objetivo expreso, y todos los espacios se cerraron para la divulgación de la realidad. Pero a él no le importó; no le interesaba asumir responsabilidades en cuanto a su trabajo en la prensa clandestina, era el más capacitado, sabía descifrar claves militares y era un maestro para generarlos. Logró romper el bloqueo a la información. Así murió, el 25 de marzo de 1977, después de entregar las copias de la tan famosa carta a la junta; cayó en una emboscada del pelotón de la ESMA y, como con toda la lucha de su vida, se resistió y lo fusilaron en plena calle.
Aproximadamente 67 paneles son los distribuidos por el ágora de la Universidad de Quilmes, con un profundo impacto fotográfico y emotivo. Está a cargo de la Universidad Nacional de Periodismo y Comunicación de La Plata; así lo indican dos especies de banderines colgados de la entrada a la muestra: “La sublevación de la palabra”. Se inauguró el cinco de Mayo, con un poco más de barullos que de costumbre, Protagonizada por el Director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Quilmes, Mario Lozano, quien estuvo reemplazando al Rector de la Universidad, que no pudo estar presente, porque tenía obligaciones más importantes que atender y, por último, el Vicedecano de la Universidad de Periodismo y Comunicación de La Plata. La inauguración estuvo presenciada por poca gente, y algunos hasta no entendían los fragmentos de “Operación Masacre” que eran leídos por una locutora, la cual escuché trabaja en el noticiero de C5N (con una hermosa voz, por cierto) que sonaban a la par de un violín tocado en vivo.
“Interpeló a la sociedad civil como aún hoy no se ha interpelado”, comunicaba Alfredo por el micrófono refiriéndose a la participación de Rodolfo en la dictadura, su acción y actos de resistencia, práctica profesional comprometida… en definitiva, su militancia.
La muestra, una especie de laberinto, recorre los aspectos que caracterizan la vida de este héroe (escritor, periodista, político y hombre) como fue llamado en la presentación de la muestra por Mario. Héroe lamentablemente en un país en el que muchos solemos encontrar más defectos que virtudes.
Por último, el vicedecano haciendo hincapié en su función de periodista, afirmó que “su figura nos obliga a elegir cuál es nuestra verdadera función como estudiantes de periodismo y comunicación”, llegando a la conclusión de que nuestra función como profesionales es la de cambiar el mundo, pero recordando que Walsh estuvo inserto en otro momento histórico y político.
Como cierre escuchamos el fragmento: “La Matanza”, que en algunos momentos hasta ponía la piel de gallina, o como mejor lo expresó el invitado platense, producía ganas de apurar el texto y avanzar en las secuencias, sintiendo que apurándolo el final de “Operación Masacre” terminaría diferente.
“Tristes por el color”, así me las definió Rodrigo, un amigo, las imágenes en blanco, negro y sepia. Con un aspecto muy humano, de un gran luchador por la verdad y la justicia.
Me llamó la atención que mucha gente no conociera nada de su obra, pero sí mucho de su valerosa vida. Mientras recorría los recovecos del juego de ajedrez de Walsh, o las peceritas que mantenían en su interior los lentes, cámaras y revistas de aquella época, gente conocida y no tanto se interesaba en parar y mirar la muestra, algunos sin haber leído nada, otros sólo habiendo leído la carta a la junta militar, pero muchos reconociendo y valorando la vida del escritor. ¿Qué haría que pararan a observar? Aparte de que era algo contundentemente grande e inevitable de ver, Rodolfo Walsh, el hombre, el militante, el escritor y periodista merece una introspección profunda acerca de qué es lo que queremos ser, y qué pretendemos de nuestro país para las generaciones futuras.

domingo, 25 de mayo de 2008

Reflexionar


Estaba pensando... y la verdad es que siento que no soy muy descriptiva con mis textos. Me falta más la descripción. Pero es un problema que tengo cuando hablo también. Siento que la gente cuando yo describo ve lo mismo que yo, pero no es así. Tengo que crear ese mundo que tengo en la mente. Más ahora con un género como el narrativo, que necesita algunas veces de un mundo imaginario. Así que manos a la obra con los cuentos.

En la clase pasada mientras hacíamos los cuentos a través de los sueños, dibujados por nosotros mismos, se dio una característica bastante particular, que me parece fue porque trabajamos con algo tan del inconsciente o personal como los sueños. Eso, sumado a que soy muy sentimental y por todo lloro, no hubo cuento que no me hiciera lagrimear. Incluso el mío, que me cuesta redactar. No sé como contar algo que no sea la situación del sueño. Algo se me va a ocurrir.


sábado, 24 de mayo de 2008

Problemas...

Esta última semana estuve teniendo problemas con mi blog, no sé si será un defecto con la pagina o qué, pero cada vez que actualizo no me deja ver lo que hice. El que entre se debería encontrar con la página de fondo negro, y con la última actualización cuyo título es "Reflexión como lector y escritor de mitad de cuatrimestre."

Reflexión como lector y escritor de mitad de cuatrimestre.

La verdad que en referencia a mi lectura y escritura me tiro siempre abajo, porque yo sé que podría más. Como lector me veo bien, desde que empecé la universidad que estoy leyendo textos de todo tipo, aunque tendría que ser más minuciosa con la misma. Con la escritura no me llevo muy bien, no estoy muy acostumbrada a escribir, y a ser crítica con mi escritura.
Igualmente siento que desde la primera entrega hasta el segundo bloque crecí, y sigo creciendo. Antes se me ocurría algo y lo escribía como salía. Ahora a medida que apoyo la lapicera sobre la hoja pienso en lo que voy a poner y lo releo diez veces. Aunque a veces de tanto leerlo ya no me doy cuenta de lo que tengo que arreglar, todo me suena “lindo”, por eso es que siempre necesito la lectura de otro sobre mis textos. Ahora estoy torturando a mi mamá, siempre que termino de escribir algo le pido que me lo lea. Y con Internet tengo mucha suerte, porque antes de imprimirlo se lo paso a todos mis compañeros de cursada, entre ellos Laura Díaz, que me ayuda muchísimo, y viendo que están sus trabajos impresos en el blog de la materia tengo el indicio de que escribe bien.
Como estudiante de comunicación es mi deber saber escribir y leer bien. Pero… ¿Qué es leer y escribir bien? Para mí, leer bien es entender lo que los ojos reflejan, aunque se tenga que releer las cosas veinte veces y preguntarse cosas al respecto al mismo tiempo. Escribir bien es tratar de expresar las cosas de la mejor manera, que se entienda, que sea significativo para quién lo lee, que den ganas de seguir leyendo lo que uno escribe, o que al terminar la escritura y muestres los resultados, lo ojeen por lo menos y te digan “me gustó lo que escribiste”; “está bueno”. Pero para obtener este tipo de efectos se necesita mucho trabajo previo. Primero investigar bien, seguir recopilando información de todos lados y no sólo “googlear” cómo hablábamos las primeras clases. No alcanza sólo con el google. Estar ahí, en ese lugar, de dónde fluye la información necesaria para trabajar, buscarla y no esperarla. Cómo decía Geertz con la escritura antropológica.
¿Dónde voy a publicar lo que escribo?; ¿Para quién va dirigido? Este tipo de preguntas influyen en el resultado, como también la forma que le quiero dar a la narración.
Todos pueden escribir, bien o mal, pero se puede hacer, igualmente me parece que es muy acotada la forma de hacerlo sino hay ayuda. Por eso, la influencia de la cursada es para mejorar estos resultados. Se puede escribir de todo, pero qué género se supone que utilizo o necesito. Todo esto es lo que da la materia, o por lo menos lo que me di cuenta hasta ahora. Me está enseñando a escribir bien, y eso me gusta. Estoy aprendiendo a utilizar mejor mi lenguaje, porque la lectura y la escritura también repercuten en el lenguaje y la oralidad. Siempre estoy reflexionando con lo que hago, todavía me cuesta reflejarlo en el blog, pero eso es por otros motivos, como la falta de tiempo.
Mi conclusión es que todo ayuda, especialmente el taller. Estar con otros compañeros que tienen a veces los mismos problemas que uno para crear, o que algunos ni los tengan pero puedan ayudar. A otros no les gusta escribir pero tienen muchísima imaginación y esto también funciona.

El Garrahan: un mundo aparte.

El Hospital de pediatría Juan P. Garrahan ocupa una superficie importante en el barrio de Parque Patricios cerca de la Plaza Constitución, es de acceso gratuito y atiende a chicos de entre 0 a 21 años de edad con enfermedades de alta complejidad.
Es temprano. Frente al hospital hay un parque que es utilizado, aparentemente, como canchita de fútbol, pero los chicos deben estar durmiendo. Parece que tanto descampado hace que amanezca mas tarde y las nubes permanezcan pegadas al piso por más tiempo, impidiendo la visibilidad y el reflejo del sol. Casi como un pueblo fantasma.
Hace rato que hay humo en Buenos Aires pero en los alrededores del hospital se intensificara la situación. Más adelante se puede vislumbrar el inmenso edificio que cubre una manzana entera. Sobre la calle Pichincha, una enorme reja verde divide el hospital de la calle. Entro con Mariana, una compañera de la universidad que me ayudó a hacer el contacto con la escuela hospitalaria Nº 2 ubicada dentro del recinto. Mariana fue una paciente más, a ella le practicaron transplante de médula a la edad de 9 años.
Entro por primera vez, pero para ella también es una primera vez. Está emocionada porque es la primera vez en el año que no entra a buscar ningún estudio ni va a realizarse ningún control.
El hospital es gigante, y la cantidad de gente impresiona aún más. Es un pedacito de mundo incrustado en una enorme institución. Mucha gente, algunos duermen en el piso esperando quién sabe qué, otros retan a los chicos por estar llorando y gritando. Hay mucha gente sin dormir y no los diferencia ni la vestimenta ni la forma de actuar o caminar, son todos iguales, van todos a cuidar la salud de sus chicos (hijos, nietos, sobrinos) sin importar su clase social, o la provincia de la que provengan. El desarraigo, la enfermedad, desde la más simple a la más compleja se ve reflejada en todas las caras.
Impresionan las patologías de todo tipo que se encuentran en el pasillo, son tan chiquitos en su mayoría, usan barbijo para protegerse de todos los gérmenes que contaminan el aire.
Para hacer más fácil la ubicación el hospital se divide en rampas de colores, en la planta baja sobre las rampas color verde está hospital de día oncológico y detrás de esa puerta muchos niños, otros tan chiquitos que deben estar en brazos porque no saben ni caminar, algunos toman la leche por sonda y en su mayoría están todos peladitos por el tratamiento de la quimioterapia. Nadie está solo, todos acompañados por familiares, médicos o maestros de la escuelita.
Todo tipo de gente y de todo el país se encuentra en el Garrahan, están los mejores profesionales de la Argentina, dónde no importa lo que tengas o cómo te vistas, seguramente va a haber un espacio y un lugar para escucharte y ayudarte. Este tipo de cosas es lo que lo hacen a uno sentir orgullo de ser argentino.


Todos miran hacia el Garrahan

Liliana una maestra de artes plásticas de la escuela hospitalaria Nº 2 Juan P. Garrahan explica desde una de las sillas de colores de la sala de profesores, muy diferentes a las que me imaginaba, seguramente porque las de mi colegio en Quilmes no eran tan lindas, gastadas por los años. Posteriormente me enteré que esas coloridas sillas habían sido donadas hace menos de un año por la marca 3M. “A diferencia de otros hospitales el Garrahan es un hospital modelo, no le falta nada, todo el que quiera mostrarse viene aquí y dona lo que sea”. Además “aparte recibe la ayuda de la fundación Garrahan”. Esta fundación se presenta desde su página Web como una fundación cuya función es la de difundir sus proyectos, mucho más lo es informar ya que cada uno de sus pasos se sostiene en gestos solidarios.
Con el objetivo de recaudar fondos, la Fundación Garrahan establece contactos con personas, empresas, instituciones, convoca y organiza eventos sociales, culturales y deportivos. Con los aportes, compra insumos y equipamiento específico solicitado por servicios del Hospital. Esta actividad la lleva a cabo el área de Relaciones Institucionales, cuya función esencial es relacionar a la entidad con empresas, instituciones, ONGs, representantes de la cultura, del arte y del deporte y con organismos oficiales.
Es un espacio muy acogedor, como la escuelita. Por todos lados hay carteles y fotos de gente famosa, que por lo que se ve colabora mucho con el hospital. La gente está muy ocupada pero no tienen problemas en charlar con quién lo necesita. “Esperamos crecer cada día más con solidaridad se pueden lograr muchas cosas y la Argentina es un país muy solidario”, me comentan en la fundación “La escuela Nº 2 igualmente pertenece al estado, es una escuela municipal, y como tal recibe subsidios del propio estado”, producto de una breve visita por las instalaciones del segundo piso del hospital dónde se encuentra la cede central de la fundación.
No decía lo mismo Mariana, cuando estuvo internada faltaban muchas cosas. Ella me contó que cuando se inauguró el hospital se robaron colchones, frazadas, sábanas. Por otro lado, no tiene lugares especiales para los chicos que se tienen que sacar sangre y no pueden estar en contacto con mucha gente.

Pero no sólo se diferencia de otros hospitales por los materiales de trabajo que posee el hospital, sino también por sus profesionales. El Garrahan es considerado en muchos aspectos un ejemplo de la medicina. La agencia TELAM publicó hace poco menos de un mes que le daban el alta una chiquita de cuatro años tras haber recibido con éxito un trasplante cardíaco, realizado luego de ocho meses en los que fue asistida por un corazón artificial. Desde julio del año pasado vivió gracias a un corazón artificial que le permitió esperar hasta el 28 de marzo, día en que llegó un corazón donado. Los especialistas señalaban que "no hay demasiados antecedentes en el mundo de pacientes pediátricos que hayan sido sostenidos durante tanto tiempo con un corazón artificial, para luego ser trasplantados. Sofía es la segunda que lo logra". La primera nena es Dominique Lescano, de cinco años, que sufría una miocardiopatía restrictiva y que estuvo asistida durante más de ocho meses por un corazón artificial en el Garrahan, hasta que le fue trasplantado con éxito un corazón, en mayo de 2007. En ese sentido, Vogelfang dijo que "nos llena de orgullo y nos transforma en una de las pocas instituciones del mundo con un programa de desarrollo de asistencia con corazón artificial de niños tan pequeños y luego con resultado exitoso de trasplante". El jefe de trasplantes cardíacos del Garrahan definió al hecho como "histórico".En el caso de Sofía, el Garrahan contó con su propio corazón donado por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Sofía se pudo ir a casa y volverá al hospital sólo para realizarse los controles periódicos. A este tipo de casos hace referencia Liliana cuando dice: “Nuestro país tiene cosas que la mayoría de los países vecinos no lo tienen. Esto te hace sentir más argentino”.
Estos casos y esta caracterización del hospital como “modelo” hacen inclinar la balanza a su favor y dejar al desamparo a otros hospitales. “En pediatría el Hospital Garrahan es lo mejor que tenemos” Dice Liliana totalmente emocionada. Pero poner tanto énfasis en un solo hospital deja al desamparo muchos otros, ¿No es posible crear otro “Garrahan”?.
“Es un hospital de alta complejidad, concurren chicos de todo el país con patologías muy complejas” dice Marta Gallardo, directora de la Escuela Hospitalaria Nº 2. Eso es lo que las llena de orgullo.
“Creo que el Garrahan es lo que es por la calidad de atención y la cantidad de especialistas que trabajan con enfermedades muy complejas” Me comenta Mariana en relación a lo que ella vivió, dándome a entender que al Garrahan lo que lo diferencia es que sus especialistas se meten con patologías que otros hospitales no lo hacen. Por mi parte y por lo que pude escuchar creo que además el hospital tiene su renombre por estar en Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la provincia más transitada y poblada, desde siempre todos miran hacia Buenos Aires

La cuestión familiar.

Dentro del Garrahan hay todo tipo de clases sociales, las enfermedades no hacen diferencia de color ni religión. Cualquier chico puede ser afectado por alguna de estas patologías complejas. Nunca es el mejor momento para enfermarse, pero menos cuando no se está bien económicamente. Esto incluye el golpe psicológico del chico y de toda la familia, que debe empezar a luchar contra una enfermedad que puede llegar a ser de vida o muerte “Cuando uno esta enfermo, se produce una regresión psicológica que te hace necesitar más que nunca el estar rodeado de afectos” Dice la vicedirectora de la escuelita. Las maestras también manifiestan que al acercarse a sus camitas para trabajar se encuentran con el cuadro de que no sólo el chico está afectado, sino que toda su familia también. Pero más allá de todo esto, que es innegable, otra cuestión que fue planteada por cada una de las personas con las que hable es el traslado de toda la familia a otra ciudad, cuya distancia puede ser desde unos pocos kilómetros, hasta moverse desde otra provincia bien alejada a Buenos Aires.
“A veces no hay plata para nada” me manifestaban las madres de la Casa Garrahan, aunque el tratamiento del chico esté adjudicado gratuitamente por el estado, porque así lo dice la constitución, los padres deben estar obligatoriamente acompañándolos, deben hospedarse y vivir en Buenos Aires. “Uno se imagina y quisiera que el estado les proporcionara una casa o departamento para poder seguir de cerca a sus hijos, acompañarlos, darles contención” me comentaba Estela, una voluntaria de la Casa Garrahan. Un espacio privado, con una cama con sábanas limpias, calefacción, cocina. Pero en Argentina todavía estamos bastante lejos de eso. En cambio, está la Casa Garrahan, que no es poco, pero no es lo que uno obviamente quisiera. Esta casa queda a unos metros del hospital y les proporciona hospedaje a las madres que no tienen sustento económico. En su mayoría las habitaciones son compartidas, lo que dista mucho de la privacidad que cualquier ser humano se merece. Pero detrás de sus rejas y paredes de ladrillo está la contención de muchísimas voluntarias que contemplaron este tipo de situaciones. Mujeres que para diferenciarse del resto de las madres que están sufriendo por la situación de sus hijos, se visten con guardapolvos blancos y cuellos rosas, como si fueran maestras jardineras, que al igual que muchas de sus visitantes son madres, y que hasta en un punto sufrieron las mismas situaciones con las enfermedades de sus hijos. Casa que está trabajando desde 1997 no sólo con el hospital Garrahan sino que también con hospitales como el de Pediatría Pedro de Elizalde, y Ricardo Gutiérrez. El problema es que no siempre hay lugar en la casa Garrahan.
Si no, están los hoteles “truchos” de alrededores como los llama Liliana. Hoteles que vi desde que me bajé del tren en Constitución hasta las cuadras que caminé para llegar al hospital a las 8 de la mañana en la ida y después del mediodía en la vuelta. Me faltó tiempo y fuerzas para entrar en alguno, pero lo que sí puedo decir es que los recorrí por fuera, y no son de lo más atractivos. Son hoteles que están al paso, no tienen una gran propaganda por fuera sino que prefieren el disimulo. Si se intentaba pispiar hacia dentro sólo se veía el estacionamiento, un lugar muy oscuro y poco habitado. Los comúnmente llamados telos.
“Mi mamá para no tener que ir hasta mi casa en Quilmes se alquilaba una habitación para darse un baño, sino tardaba mucho con el viaje” Me comentaba Mariana desde su experiencia porque con respecto a algunas enfermedades los padres deben estar permanentemente al lado de su hijo, y claro la zona de alrededores del Garrahan es fea en ambiente, hay chicas y chicos que trabajan en las calles vendiendo sus cuerpos. Cosa que se ve a cualquier hora. Pero alquilar una habitación de estos establecimientos no es barato tampoco.
Las obras sociales disponen de hoteles que no son feos, pero tampoco son gran cosa, en su mayoría es una piecita. Los que sí son grotescos, y Liliana conoce muy bien porque es maestra domiciliaria en uno de ellos son de los que disponen las obras sociales. Son piezas que las tienen que limpiar ellos mismos, algunos no tienen baño adentro, se tienen que hacer la comida ellos en una cocina compartida, no tienen estufas. Y encima de todo, se los cobran como si fueran habitaciones súper lujosas.
Con chicos que sufren patologías tan fuertes las madres deben permanecer internadas con ellos en el hospital para ir consintiendo cualquier tratamiento que se les disponga a sus chiquitos. Como me contaba Mariana.

Situación hospitalaria: otro tema.

Cuando me senté en la cafetería y miré hacia las ventanas noté la cantidad de ropa colgada de ellas. Por un momento la situación fue chocante, había de todo colgado, hasta lo que menos me podría imaginar. Porque una cosa es que te digan que quedan internados los padres también, pero otra es ver la situación. Eran aproximadamente como cincuenta habitaciones, se podían ver desde el ventanal de vidrio de la cafetería, que por cierto tienen un diseño bastante raro (posteriormente me enteré que el diseño del Garrahan es la copia de otro hospital que está en algún otro lugar dónde nieva, pero el problema es que acá no nieva, es un poco loco que el Garrahan tenga un sistema anti-nieve). Pero además, tema que hablé mucho con Mariana, no sé si porque entre nosotras había una relación menos distante o porque la conocía de la universidad, pero hablamos más distendidas mientras tomábamos un café, me contó algo terrible, que aún hoy, después de tantas semanas me sigue impactando. Protagonizado por su madre y un médico, discutieron porque encontraron a dos personas que estaban teniendo relaciones sexuales en un baño. Ahora lo que más me impresionó fue la respuesta del médico a su madre que, aminorando la situación dijo que, los familiares están nerviosos y comparten mucho tiempo conociéndose, hablando entre ellos y nada más, por eso surgen este tipo de acontecimientos. Entiendo, pero no sé como reaccionaría frente a esto.
Lo bueno y que Mariana recalcó es que hay una regla interna que prohíbe que los padres utilicen los baños privados de las habitaciones, y para sorpresa mía, los padres cumplen con la norma a rajatabla.
“A los que están internados se les da comida, o por ejemplo si tenes que hacerte un tratamiento que contempla quedarte hasta el medio día también se te da comida” entonces Julia, enfermera del hospital, me decía que los chicos a veces no tienen hambre y la madre, que está desde otro punto distinto al del niño, muy desmejorada se come ese poquito de almuerzo o cena que hasta un punto puede ser la única comida del día.
Por otro lado, y algo que también influye es que es un hospital donde se mezclan todo tipo de clases, hay mucha gente que no tiene educación y hace lo que puede.
Hay enfermedades que son de por vida, y pasan años internados o algunos mientras esperan un trasplante también. Había una madre de una chiquita de cuatro años que decía “Vine por cuatro días...y hace dos meses que estoy. Vine por cuatro días pensando que nos íbamos” Pero parece que a veces la enfermedad avanza sin que uno sienta los síntomas y deben permanecer internados para más cuidados. Son cosas inevitablesCon Mariana terminamos el café y nos fuimos con un nudo en el estómago. Ella por recordar lo que había vivido, yo por encontrarme con una realidad que no me imaginaba. El Garrahan, un mundo aparte.

jueves, 22 de mayo de 2008

Hoy es otro día

Hoy me levanté con muchas ganas de escribir, desde temprano que estoy en la compu adelantando trabajos, como por ejemplo la nota de reflexión sobre la cursada, y la nota de lector de un compañero.
En este caso elegí a Agostina, hicimos un seguimiento mutuo durante la crónica. Además estuvimos hablando de nosotras como escritoras, y llegamos a la conclusión de que estamos creciendo y nos pone muy contentas sentir que se está aprendiendo con el trabajo de día a día. O por lo menos que nos damos cuenta que es así.
Lo primero que hice fue pedirle a Agos su nota de investigación por msn (esa herramienta que me salva muchas veces), la leí y mientras se me ocurrían datos para agregar a mi reflexión de cursada, escribía todo junto. Pero las ganas ayudaron.
También le debo este trabajo de apuro a que el lunes tengo un parcial y necesito tiempo para leer y resumir, entonces quería tener todo terminado para entregar.

Reflexión sobre el género

Tuve muchos problemas para concebir mis crónicas, no sólo por la de Walsh sino que también me costó muchísimo la del Garrahan.
Con mis compañeras hablábamos de esta especie literaria y en particular mi problema se daba en el orden cronológico de sucesos. No sabía si el resultado de lo que hacía era una crónica, había descripciones, citas de entrevistas o por lo menos de comentarios, imágenes, aspectos escritos desde comparaciones y los usos más literarios. Características que se repetían en los distintos textos leídos. “Nadie te puede decir que eso no es una crónica, si nadie sabe lo qué es una crónica”, Este comentario de un integrante de mi grupo me causó mucha gracia, pero al mismo tiempo también tenía algo de razón. ¿Qué era una crónica? Los autores recopilados para la “Argentina Crónica” definían a su modo de ver el género, que por cierto ninguno coincidía el cien por ciento; Ulibarri retomaba muchos aspectos de la crónica utilizando métodos más bien literarios y de orden (me refiero a orden en sentido de cómo ordenar el texto: entradas, bloques, finales, cierres), ninguno de los resultados puede ser objetivo, la crónica es sumamente subjetiva, es la mirada de una persona sobre el mundo, es una vuelta más a los textos periodísticos como la entrevista; Amar Sánchez lo analiza desde la crítica y defensa de autores muy conocidos. Tom Wolfe lo razona como hacer periodismo “igual que una novela”, escribiendo artículos fieles a la realidad, “se aplican técnicas de ficción a sucesos reales”, no es muy difícil darse cuenta que a partir de aquí emerge ese término del género: non-ficción.
Cuando leía estos textos de referencia pensaba en la novela, un género totalmente atrapante que busca mantener a uno en suspenso de capítulo en capítulo. Es una técnica interesante, que permite la participación del lector. En la crónica también se produce este efecto pero creo que es más bien logrado por el recorte temático, muchas veces el autor precisa tomar decisiones sobre qué caracterizar como ambiente, que en más de un caso son paisajes de la vida diaria donde uno ya no presta tanta atención. Eso hace la crónica, muestra aspectos e imágenes que pueden ser tan cotidianos que son invisibles a nuestros ojos. Más interesante se vuelve cuando son reproducción de hechos reales. Eso hace que te movilice lo que estás leyendo y no quede en una simple historia y nada más.
Mientras transcurría esta etapa de segundo bloque, alguien dijo sobre el lenguaje de la crónica que era más coloquial. Y esto es cierto, se acerca más a lo entendible de uno, desde mi punto de vista eso tiene que ver con la construcción del espectador-lector. El autor se construye un modelo de lector. Es importante dónde se publique también.
Un género incluyente, porque es su construcción la que permite la integración del espectador. El autor muestra a través de la literatura atmósferas, situaciones y hasta lo que él piensa con la inclusión de la primera persona. Otro aspecto más progresivo que el que permite el género periodístico.
La crónica es el equilibrio entre el periodismo y la literatura o paralelamente entre realismo e imaginación, la mezcla entre lo “alto y lo “bajo”, algo que es bueno y permite la igualdad, cualquiera que sepa leer puede entender una crónica. Esto permite que los lectores sean atrapados por la lectura, la literatura es linda en todas sus formas, más en este sentido si es real. Por eso la extensión de sus textos, las notas periodísticas son bastantes acotadas y elementales, en la crónica se da todo lo contrario.
Este género es completo, es todo en uno, no tiene límites, no omite nada, para su producción se cuenta con investigación, entrevistas; todo narrativizado.
Lo que aparece bien expuesto en el texto de Amar Sánchez son las críticas al género que lo llaman “género impuro”, porque no saben si es arte o periodismo, y lo dejan situado en un espacio impreciso. Entonces por qué los críticos se preocupan tanto por ubicarlo en un área demarcada y no se preocupan por las impresiones que genera, los beneficios. Pero por otro lado, es difícil determinar la autenticidad de las fuentes, y es por este lado que brotan las críticas.
Para realizar la crónica del Garrahan tuve que delimitar las áreas o subproblemas a trabajar, haciendo una especie de mapa conceptual y relacionando una trama con otra. Para la escritura tomé como patrón a Ulibarri; dividí al texto en bloques separándolo por subtítulos. Me basé especialmente en la crónica “No tan Buenos Aires” del libro “La Argentina Crónica” por la metodología de escritura: los subtítulos, la división de temas, quise lograr también, lo impactante de las descripciones de ambientes, pero eso tenía más que ver con la capacidad literaria del autor, que no tengo. Utilicé el tiempo verbal pasado. En un punto me puse ambiciosa y quise hacer un estilo que se pareciera al de Walsh, en este punto no creo que nadie lo logre, su forma de narrar, tan envolvente y atrapante es difícil de alcanzar, o por lo menos por mí
El resultado es de mi agrado. Me gustó trabajar con este género, me permitió más libertades que otros. Con el periodístico por ejemplo hay que tratar de mantener la objetividad, expectativas que me cuesta cumplir.

Volvi!!!!!

Después de estar estudiando para otras materias, y terminando la entrega del segundo bloque de crónicas, uno se siente más aliviado y con más tiempo para hacer por ejemplo, más cositas en el blog.
Espero que como resultado de la entrega se note una mejoría en la escritura, y un análisis más fuerte en la lectura de textos. Porque por lo menos yo la noto, habría que ver después en la corrección.
Voy a tratar de subir alguno de las notas de autor que hice para que pueda ser compartida por todos.

martes, 13 de mayo de 2008

Planificación de la crónica

Planificación de la crónica

Definir subtemas.
Datos y testimonios.
¿Qué hace falta?
Trabajo de campo, imágenes, etc.

Estas son algunas de las cuestiones que surgen para realizar una crónica. Se me está haciendo bastante difícil, tengo muchas ideas en mente pero no sé como volcarlas al papel. Algunos de los subtemas que se me ocurrieron para trabajar, por un lado son muy distintos pero por otro muy importantes entre sí.
La mayoría de las problemáticas surgen de la entrevista realizada en el bloque anterior:
Dónde viven los padres durante su estadía en Buenos Aires mientras el chico se atiende en el hospital, si son del interior. Encontrar esos “hoteluchos” a los que se refiere mi entrevistada
El traslado de toda la familia a otra ciudad y cambiar su rutina de vida.
El golpe psicológico de todo familiar o amigo que se entera de las enfermedades mortales de estos chicos.
La diferencia entre el hospital Juan P. Garran y otros, en relación a materiales de trabajo y profesionales de la salud.
La política de educación con chicos enfermos.
Si hay difusión o no del tema de las maestras domiciliarias que están pagas por el estado.

Para todas estas problemáticas tengo el testimonio de una chica que fue trasplantada en el Garrahan. Mucho documento periodístico, ya que en referencia a donaciones y casos especiales de tratamiento siempre se publican noticias.
Respecto a las imágenes que tengo en mente me van a servir para ambientar la crónica: la ropa colgada de las ventanas de las habitaciones, y el salón que visité donde los chicos hacen sus actividades artísticas.
Creo que si me haría falta visitar la casa Garrahan, donde se permite a los padres residir mientras los niños están internados.

Proceso y final.

Para darle un contexto a las ideas provenientes de la entrevista tuve que dirigirme a lugares nombrados por mí entrevistada, Liliana Esteban. Primordialmente la Fundación Garrahan que queda ubicada en el segundo piso del hospital, y por otro a la Casa Garrahan a una cuadra del hospital, por suerte lugares cercanos. Las pequeñas entrevistas que hice posteriormente fueron el resultado de dos visitas al hospital. Necesitaba hablar con enfermeras, voluntarias de la Casa Garrahan, madres (tema delicado en el que posteriormente me extenderé). La recorrida por el barrio en una de las visitas que realicé, me permitieron echarle un vistazo a los famosos “telos” del suburbio.
Con respecto a las madres es difícil indagarlas en relación a la enfermedad de sus hijos, es un tema bastante delicado. Algunas se lo toman mal, pero otras te cuentan la historia de sus vidas, debe ser por una necesidad de hacer una especie de catarsis. Me gustó que en un par de casos se abrieran con respecto a la enfermedad y sus terribles vivencias.
Ya con el material en bruto listo para trabajar hice un intento de crónica, quería tomar el modelo de la de los clac, del libro “La Argentina Crónica”, pero jamás lograba encontrar ese efecto de linealidad y relación entre los hechos. Tampoco quería que se pareciera a la de los Skinheads, que me pareció bastante aburrida. No sabía como encararla, entonces en el taller preparé una hoja con un mapa conceptual con todos los temas o subtemas que quería tratar, para después lograr hacer mi crónica en bloques, como quedó de resultado final, eliminando todo lo escrito anteriormente (mezclado, desordenado y aburrido). Me dio impotencia no lograr el tipo de crónica que me había propuesto. Pero después de haber leído “Kimonos en la tierra roja” de Walsh me puse pretenciosa de nuevo, cómo divide en bloques los temas y situaciones, porque cada subtítulo representa un tema, no usa muchos diálogos. Eso sí, no me puedo comparar en su forma de narrar pero perseguía ese modo de escritura. Quedó lo que quedó y estoy conforme.