Hace rato que estoy intentando poder expresar algo que me pasó con la entrevista y no sé cómo escribirlo. Pero creo que lo voy a contar como cuando les cuento a mis amigos, súper entretenida, la entrevista que me tocó hacer, y lo que me produce volver a escuchar mientras la desgravo del mp3.
Hoy a la tarde me junté con unos amigos porque uno de los chicos cumplía años (Emanuel). Como hace mucho no los veo, me preguntaron como siempre, cómo iba la facu. Y de lo primero que se me ocurrió hablar, y porque verdaderamente estoy entretenida, es de la entrevista para taller de escritura. No sé si es por el tema que elegimos o qué, pero me parece que quedó bien lo que hicimos, y el tema que tratamos. Particularmente estoy muy contenta y conforme.
Bueno, les conté lo que más me llamó la atención de la profesora de artística mientras hablaba. La fuerza que esos chicos tienen a pesar de saber que algunos son enfermos terminales y que ni con la quimioterapia, ni el transplante los puede salvar, ellos siguen adelante, y a veces con más ganas de dibujar o pintar, o hacer la tarea que sus maestras de grado les dejan para hacer. Y estos chicos, saben que que a algunos les queda muy poco tiempo de vida y sin embargo siguen adelante con mucha más fuerza que cualquiera de nosotros. Es lo único que les queda para pensar si se salvan, hay algo más allá, su tarea, su escuela, sus maestros.
Cada vez que sus palabras me hacen eco en la cabeza se me pone la piel de gallina. La verdad es que me da mucha impotencia y bronca al mismo tiempo. Mientras hablaba era inevitable que las lágrimas corrieran por mis mejillas, por el sólo hecho de pensar en esas familias y chicos que no se merecen el sufrimiento, que son tan chiquitos, que no le hicieron mal a nadie...
Me quedó muy presente una situación que contó. Un chico que tendría mas o menos de 10 años, la acompañó a buscar los útiles para dibujar, y en medio de ese cuarto lleno de utensilios tan divertidos para ellos, este niño le dice “¿Sabías que no me puedo salvar? O que ¿no hay otra solución? O algo así” y se le acercó y la abrazó. Ella no supo qué contestar, sólo abrazarlo y contenerlo, porque esa es su tarea y es lo único que le queda por hacer.
Me llamó la atención su entereza para hablar, y contar que es testigo del sufrimiento día a día. La admiración fue algo que no pude evitar, y se notó en mi cara en todo momento. Con mis compañeras nos quedamos sin palabras.
Al salir de ahí, de ese cuarto, no pudimos hacer otra cosa que llorar y tratar de tomar aire, porque es duro, realmente duro. Encima que a mí no me cuesta nada llorar. Soy de lágrima fácil, también por eso, cada vez que lo cuento es muy difícil que no se me llenen los ojos de lágrimas. Pero tampoco vamos a decir que fuimos a sufrir. Es una experiencia más, que cómo tantas otras, especialmente, la disfruté un montón y la sigo disfrutando cada vez que la cuento.
A medida que escribo se me ocurren muchas cosas más para poner. Estaré como se dice: ¿inspirada? Pero no voy a escribir más, sino no me va a quedar nada por decir en la entrevista
viernes, 4 de abril de 2008
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1 comentario:
Sensaciones encontradas...muy lindo lo que expresaste!!
Fui el viernes, por suerte consegui hablar con dos maestros...
Hoy actualizo el blog!
Besos nos estamos viendo.
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